En el día de No a la violencia contra las mujeres ¿Cómo trato a las mujeres que me acompañan?

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El #25N es un día para recordar cifras espeluznantes. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL, en la región cada día mueren 12 mujeres por el hecho de ser mujeres. Eso quiere decir que al año los feminicidios dejan más de 3000 mujeres muertas. El dato asusta, pero es importante recordar que el feminicidio es la punta del iceberg de las violencias contra las mujeres, la punta visible, pero que detrás de éste existen distintos tipos de violencias cotidianas, invisibilizadas y normalizadas por hombres y mujeres. Los jalones, los empujones, el manejo de las finanzas de la otra persona, la falta de respeto por sus gustos y aficiones, la discriminación por la manera en que una mujer viste, los comentarios morbosos en la calle, entre muchos otros casos, son el iceberg profundo y escondido que alimenta el machismo.

Hoy es un día para conmemorar a  las mujeres que ya no están con nosotros, pero también para reflexionar sobre las violencias que he recibido y las violencias en las que he sido participe o he dado. La forma en que he decidido ser mujer. Llevemos la reflexión al escenario cotidiano. Pensemos en las cosas que hemos hecho la última semana ¿cómo he tratado a mi mamá, cómo trato a las mujeres viejas que me rodean? ¿Acaso las ignoro, acaso las subestimo?

Vale preguntarse como he tratado a mi pareja, vale pensar si he criticado a otra mujer por la forma en que se viste, porque no se maquilla o lo hace en exceso, vale preguntarse si en algún momento pensé que es mejor trabajar con hombres porque las mujeres “somos muy conflictivas y celosas” o tal vez ¿esta semana tilde a alguna mujer de «zorra» o como dicen en México de buchona?

Seguro después de reflexionar individualmente, se empiezan a entender la complejidad del tema de la violencia contra las mujeres. Nuestras sociedades han avanzado mucho en indignación y en enjundia, las redes sociales estallan cuando hay un nuevo caso de violencia de género, pero necesitamos ir más allá de la rabia y comprender que el feminismo pasa obligatoriamente por el crisol de los valores humanistas, es humanista, de la experiencia individual, de la educación y del amor. Por eso es una contradicción ser feminista y ser clasista, ser feminista y ser autoritaria, ser feminista y ser racista. Ser feminista y tratar al otro de bruto e ignorante.

Al ser humanismo, el feminismo parte de un profundo amor por los seres humanos, por las mujeres y lo femenino,  y esa carga  afectiva necesita traducirse en un discurso pero también en una cotidianidad que permita a hombres y mujeres habitar libremente su feminidad ¿Y qué es lo femenino y qué es lo masculino? Sin duda, son una construcción cultural, criticable y debatible, pero también, viva y variante.  Aquí tenemos una nueva clave, la necesidad de entender que hay múltiples formas de ser hombres y  de ser mujeres y que en la posibilidad de reconocer al otro y aceptar esa diversidad está la fuerza del feminismo.

EL #25N nos invita a dialogar, a bajar la guardia y alzar las banderas blancas para escuchar al otro, a la otras y tratar de entender sus razones. Nos invita a estar alerta frente a las violencias, a conmemorar el dolor del machismo, pero también a reflexionar sobre lo que cada uno, una, puede hacer desde su espacio cotidiano y vital. Al final este texto no es más que una invitación a invitar  a la mamá y a la abuelita a comer helado, una invitación a escuchar.