“En este país da miedo ser mujer”
Hace poco tiempo estuve con unas compañeras de trabajo en El Salvador. Por motivos de comodidad, contratamos a dos mujeres para que nos transportaran: Cecilia y Sandra. Una mañana, Cecilia pasó por mí para llevarme a una reunión. Durante el inicio del recorrido estuvimos callados y tan solo nos dimos el saludo. Era extraño, pues siempre las palabras salían fácilmente. Ella me preguntaba sobre mi vida y yo sobre la de ella. Pero ese día había tristeza y rabia en el ambiente. La razón: la noche anterior una jueza condenó a Evelyn, una joven salvadoreña de 19 años, a 30 años de prisión.
¿Qué hizo Evelyn? Fue víctima de abuso sexual y producto de esta violación quedó embarazada. Un día, mientras estaba en su casa, tuvo fuertes dolores abdominales y sufrió un fuerte sangrado. Su mamá la llevó al hospital y allí fue denunciada por los médicos por supuestamente haberse provocado un aborto. No hubo prueba que valiera. Ni su testimonio. Ni el de su mamá. Ni las que presentó su defensa. Como suele pasar, a las mujeres no les creen lo que dicen. Y esta vez, la Fiscalía la acusó de homicidio agravado.
Esta es la realidad que enfrentan las niñas y las mujeres en El Salvador, un país que criminaliza el aborto bajo cualquier circunstancia. Cuando las mujeres llegan a los servicios de salud en busca de ayuda, corren el riesgo de ser denunciadas por los médicos. Si tienen alguna enfermedad durante el embarazo que pone en peligro su vida, si son víctimas de abuso sexual, o si el feto tiene alguna malformación incompatible con la vida, no pueden hacer nada. Las mujeres en El Salvador se quedaron sin opciones.
Una decisión que debe recaer sobre cada mujer, es tomada por un estado que las condena a pasar hasta 40 años en una cárcel y, en ocasiones, a la muerte. ¿De qué sirve enviar a las mujeres que abortan a la cárcel?, ¿de qué sirve destruir sus vidas y de paso la de sus familias? Son preguntas que aunque necesarias, en El Salvador pocas personas se hacen.
Condenar a las mujeres que abortan solo sirve para evadir discusiones que este país debe comenzar a dar. Por ejemplo, el abuso sexual. De acuerdo con cifras de la Policía Nacional Civil, en 2016 se presentaron 3947 delitos sexuales, de los cuales 3664 fueron contra mujeres. Si una mujer es violada y además queda en embarazo, como le pasó a Evelyn, tiene que tener opciones. El aborto no es una obligación, es una opción y un derecho que a las salvadoreñas se les niega sin importar las consecuencias que trae para su salud y para sus vidas.
Las mujeres no necesitan este tipo de castigos, necesitan información y acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. Es lo justo, pues Los derechos de una mujer no pueden hacerse a un lado por el hecho de estar embarazadas.
Algo que me pareció indignante es que aparte del movimiento que lucha sin descanso por lograr la despenalización del aborto en cuatro causales en El Salvador, a nadie pareció importarle lo que pasó con Evelyn. Había un silencio absoluto. La Fiscalía publicó un trino en el que decía que habían logrado condenarla a 30 años de prisión por homicidio agravado. Sí, en El Salvador enviar a la cárcel a las mujeres que abortan es todo un logro.
Ese día por fin rompimos el silencio con Cecilia. Le pregunté si se había enterado de lo que pasó con Evelyn. “No me he podido sacar de la cabeza a esta chica. En este país da miedo ser mujer”, me dijo. No podía tener más razón.
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Hoy, 28 de septiembre Día de la lucha por la Despenalización y Legalización del Aborto, les invito a que elevemos un #GritoGlobal por el #AbortoLegal. Llenemos las redes sociales de mensajes, pensemos en las mujeres que mueren o que están en la cárcel por no poder acceder a un aborto legal, seguro y digno. Digámosle a los estados que aún prohíben totalmente el aborto que no nos detendremos en esta lucha y que están en la obligación de proteger la vida y la salud de las niñas y de las mujeres.