Mujeres, consumo y comercialización de la coca
Por: Anyi Jhoana Cárdenas Forero.
No cabe duda que los avances que se han visto en los últimos años al pensar en la Paz han sido notorios, y que, aunque el país continúe política y socialmente polarizado, las conversaciones de paz en La Habana (Cuba) se han convertido en la nueva esperanza para un país, que en el último medio siglo, solo ha conocido la guerra.
Ante la incertidumbre en la que estamos, y no solo por hablar de la votación al plebiscito el próximo 2 de octubre y las campañas por el SÍ o el NO, sino por el panorama de enfrentarse a un post-acuerdo y la posible negociación con otros actores armados, es imprescindible pensar en el papel de las mujeres en uno de los temas álgidos que convocaron esta mesa de negociación: las drogas.
En la primera mitad del 2014, las Delegaciones de paz del Gobierno y de las Farc anunciaron la inclusión del enfoque de género en los acuerdos de La Habana. Allí identificaron tres puntos fundamentales a trabajar: reforma rural, participación política y solución al problema de las drogas ilícitas. Estos puntos de la agenda de negociación abrieron el debate sobre la pertinencia del enfoque de género para la evaluación de la situación de las mujeres en el marco del conflicto armado interno. La incansable frase “la guerra contra las drogas” merece un análisis que devele su complejidad en función de todos los actores sociales que están inmersos en este contexto, en este caso puntual, en términos de género y mujer.
La coca y las mulas
“no sabía qué era esa sustancia que me mostraba el policía,
cuando taladraron la maleta”
Testimonio Eleonor en la publicación
Mujeres, Políticas de Drogas y encarcelamiento, 2016.
Muchas mujeres han tenido un lugar protagónico en el mundo de las drogas, bien sea por los cuerpos que se compraron gracias a la plata que producía su comercialización, por las bodas lujosas con algunos capos, por el cubrimiento e importancia que le daban los medios de comunicación, que las vendían (venden) como objetos sexuales, también porque han sido usadas como correos humanos de sustancias ilícitas o como normalmente lo conocemos, servían de “mulas”, o simplemente son invisibles y solo están presentes cuando hablamos de cifras.
El poder del dinero “fácil”, el sueño de conseguir lujos y viajar por el mundo sin tener que cumplir jornadas laborales, aquella necesidad de mostrar lo que se tiene o conseguir lo que no, las condiciones de pobreza que exige rebuscarse el día a día, el desconocimiento y la necesidad de una solución pronta a problemas en muchos casos de vida o muerte, han dejado a cientos de mujeres tras las rejas, luego de ser encontradas culpables por delitos relacionados a las drogas.
Imagen de la película María llena eres de gracia.
Según el diario El Tiempo, “las redes de narcotráfico han visto en países asiáticos un destino para la cocaína, y para ponerlas allí usan las llamadas ‘mulas’ o ‘correos humanos’. Reportes oficiales dicen que cada mes tres personas son sorprendidas en China con droga, y la mayoría son del Eje Cafetero y del Valle” (5 de marzo de 2015). Las mujeres que terminan privadas de la libertad, llegan allí en un alto grado de desinformación, sin conocer para quién trabajan y sin saber cómo funciona el negocio.
En este escenario, la pregunta que debemos plantearnos es ¿son estas mujeres una amenaza para la sociedad? Aura María Puyana, académica y experta en temas de drogas, explica que efectivamente en La Habana se discutieron todos estos temas y se están buscando salidas jurídicas que no son la amnistía y el indulto. Puyana señala que “por ejemplo, las mujeres que micro trafican por la subsistencia para sus familias, o las que transportan, incluso con sus hijos, grandes cantidades de drogas en las carreteras, o las mujeres que sirven de correos humanos de drogas -mulas- pues no son amnistiables ni indultables, pero se están buscando alternativas, a eso se le llama alternatividad penal, o reducción de penas o incluso excarcelamiento, porque son delitos cometidos sin violencia”.
La alarmante tasa de mujeres presas por tráfico menor de drogas | VICE | Colombia.
En la mayoría de casos, el sistema penal no logra comprobar su participación en delitos violentos, según cifras del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – INPEC del 2015, el 84,16% de las mujeres recluidas en centros penitenciarios fueron condenadas o sindicadas exclusivamente por un delito de drogas. Simultáneamente, las cifras publicadas en el documento “Delitos de Drogas y sobredosis carcelaria en Colombia” exponen un panorama todavía más preocupante, indican que del total de mujeres que ingresaron a las cárceles por delitos de drogas entre 2010 y 2014, el 93,4% tenían hijos, mientras en el caso de los hombres representaban el 76,2%. En el caso de las madres cabeza de hogar, el 86,4% fueron recluidas exclusivamente por delitos de drogas, no violentos.
Leyendo sobre el tema, encontré una frase en la publicación, Mujeres, políticas de drogas y encarcelamiento, que creo, resume mejor este asunto: “El encarcelamiento sistemático de estas personas no ha solucionado el problema, pues los eslabones débiles son fácilmente reemplazables y su penalización no contribuye a desmantelar la estructura de funcionamiento de las redes de drogas”.
El narcotráfico ha tenido influencia directa en la vida de las personas, la economía, en la política y en lo social, impulsando problemáticas al interior de las organizaciones e instituciones, generando diferentes dinámicas y formas de relacionarse, como el soborno, la compra de favores políticos, la poca credibilidad en el sector justicia, entre otros resultados que ha dejado la economía de las drogas.
Manuela Forti López, es una mujer de 24 años, uruguaya de nacimiento pero que con el paso de los años ha querido viajar por Latinoamérica, ha trabajado en diferentes cosas, ha dejado amigos en su camino, ha extrañado a su familia, ha experimentado y comprobado, qué son las drogas y si son buenas o no para su vida.
A la edad de 17 años, Manuela, probó la marihuana. Un grupo de adolescentes con acceso fácil a las drogas tiene una de aquellas experiencias que muchos otros y otras tienen en cualquier parte del mundo “comenzamos a fumar y empezamos a sentirnos como relajadas, pero a su vez también con otra percepción sobre las cosas, otra sensibilidad entre nosotras mismas y con lo que nos rodeaba” dice en medio de risas, como quién recuerda alguna picardía.
-Y después qué pasó, ¿siguieron viéndose para fumar?
No, después de eso era un poco complicado porque mi ciudad es muy cerrada con todo eso, y en ese momento más todavía porque aún no era legalizada en Uruguay, entonces era muy complicado porque mi familia vivía muy encerrada y si sabían de alguna cosa se iban a enojar mucho, y para consumir era muy difícil, teníamos que meternos a lugares que para nosotras eran tierra desconocida, muy peligrosos. Éramos muy niñas para meternos ahí en ese negocio, por llamarlo de alguna manera.
En la conversación que sostuve con Aura Puyana, comentó sobre la problemática que gira alrededor de la lógica del narcotráfico y temas relacionados que, en virtud de su importancia para el debate nacional, han sido ampliamente discutidos por la opinión pública pero que solo hasta la última década se han logrado dimensionar gracias a investigaciones realizadas por sectores críticos interesados como la academia, las organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación no oficialistas. De este diálogo concluimos que los actores armados ocupan los territorios donde el Estado no es capaz de mantener su presencia legítima o donde la corrupción les permite entrar, lo que me llevó a una última pregunta.
– ¿Con la firma del acuerdo de paz con las Farc, llegarán otros grupos armados a ocupar el negocio del narcotráfico que ellos dejan?
– El narcotráfico responde a dinámicas del mercado y las dinámicas del mercado en este momento están señalando que hay bastante demanda de hoja de coca y de producto intermedio para procesar cocaína, por las estadísticas, casi que Colombia podría abastecer toda la demanda mundial sin la necesidad de Bolivia y Perú, y mientras esas dinámicas se sostenga siempre habrá actores económicos y actores de refuerzo de controles de rutas y de territorios que ocupen los espacios abandonados, y esa dinámica de mercado creo que no va a cambiar con el postconflicto aunque algunos señalan que si se puede acabar.
Según la publicación “Género y Drogas” del 2012, el consumo de sustancias ilícitas tiene lecturas diferentes dependiendo del lado desde dónde lo veamos. Si nos situamos desde la construcción social que se ha hecho de los roles de las mujeres, el consumo de drogas definitivamente supone un reto a los valores sociales ya establecidos, generan un mayor grado de rechazo social, y en algunos casos refleja una reducción en el apoyo social y familiar, lo que también indica las diferencias generacionales en el caso de los adolescentes, en donde “se observa una tendencia a la equiparación de los hábitos de consumo de drogas, que ya es una realidad en el caso de sustancias como el tabaco y el alcohol”.